La batalla del Ebro tuvo lugar durante la Guerra Civil Española, entre el 25 de julio y el 16 de noviembre de 1938, en el tramo del valle del rio Ebro comprendido entre Amposta, en la provincia de Tarragona y Mequinenza, en la zona occidental de la provincia de Zaragoza. Esto supone un frente de más de 60 kilómetros.
La Batalla del Ebro fue la más encarnizada de la Guerra Civil española. Franco se vio sorprendido por la maniobra de Vicente Rojo, cuando sus Cuerpos de Ejército estaban a punto del intentar la toma de Valencia. La ofensiva la iba a realizar el Ejército del Ebro, evolución del famoso Quinto Regimiento comunista. Su jefe, Modesto, era comunista, lo mismo que sus jefes de cuerpo Lister y Tagüeña, sus jefes de división y brigada y la mayoría de sus mandos y tropa.
Se inicio con un ataque de unos 100.000 del Ejército Popular de La República Española, desde la orilla norte del rio contra 90.000 efectivos del ejército nacional. Aunque el ejército republicano consiguió cruzar el rio, no logró los objetivos planificados y fue rápidamente controlado en su avance y fijado al terreno por los nacionales antes de conquistar Gandesa.
El jefe del sector nacional, general Yagüe, logró contener el ataque inicial gracias a la división 13 de Barrón, dando tiempo a la llegada de refuerzo desde otros sectores. Los dos ataque de diversión, al norte y al sur, son fácilmente neutralizados; pero no así el ataque principal. Franco diseñó una tremenda batalla de desgaste, tenía encerrado a lo mejor del ejército de la República y quería destruirlo.
El objetivo de los republicanos era derrotar al ejército nacional o al menos prolongar la guerra civil para conectarla con una futura segunda guerra mundial. Sin embargo las intenciones del gobierno del Frente Popular fracasaron. Las divisiones republicanas, no sólo no consiguieron derrotar a su enemigo, sino que además la batalla del Ebro acabó siendo una batalla de desgaste que les resultaría fatal
Después de 4 meses de lucha, las tropas republicanas volvieron a cruzar el río Ebro ahora ya replegándose hacia Cataluña. Se esfumaba así la última oportunidad del Frente Popular de alargar el conflicto y quizás ganar la Guerra Civil Española. Después de esta importante derrota, el destino final de la II República Española estaba definitivamente marcado.
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