martes, 11 de junio de 2013

CULTURA Y ARTE

Buena parte de la producción artística y cultural española de la época fue realizada por autores ideológicamente opuestos o indiferentes, o con criterios estéticos completamente ajenos a la estética fascista (Laforet, Buero Vallejo, Aleixandre —literatura—, Dalí, Miró, Tàpies —pintura—, Serrano, Chillida, Oteiza —escultura—, Sáenz de Oiza, Fisac —arquitectura—, Bernaola, De Pablo —música—, Berlanga, Bardem, Saura —cine—, Grande Covián, Catalán, Tello, Zulueta —ciencias naturales—, Vicens Vives, Maravall, Domínguez Ortiz, Julio Caro Baroja, Sampedro, Estapé, Linz —ciencias sociales—). A algunos de esos creadores se les sitúa con mayor o menor precisión en el denominado exilio interior, aunque muchos de ellos, lo tuvieran o no desde el inicio, terminaron alcanzando un gran reconocimiento social e incluso oficial, puesto que el régimen se esforzó en mantener una actitud inclusiva hacia los productos culturales que no fueran identificados como un desafío directo de la oposición.
También se desarrollaron manifestaciones artísticas fuera de España, dada la extraordinaria potencia cultural del exilio republicano español, al que pertenecían Juan Ramón Jiménez, Pablo Ruiz Picasso, Julio González, Pau Casals, Luis Buñuel, los arquitectos de GATEPAC, José Ferrater Mora, María Zambrano, Américo Castro, Claudio Sánchez-Albornoz, Juan Negrín, Blas Cabrera, etc.
Se pretendió crear en 1939 un nuevo orden cultural y educativo que se centró de forma obsesiva en el nacionalismo y la religión. El franquismo no consiguió imponer una cultura totalitaria uniforme con carácter excluyente de otras manifestaciones culturales. Sí que fue, especialmente durante la posguerra, una cultura de imposición con actitudes de reconquista o imperialistas que supuso una fuerte represión y la implantación de una censura ideológica y moral y de un aparato de propaganda que utilizó de forma eficaz los medios de comunicación de masas (NO-DO, Prensa del Movimiento, el control estricto de las emisoras de radio y desde 1956 la televisión). La persecución de los nacionalismos no significó la prohibición de las lenguas y culturas locales (catalán, euskera y gallego), pero sí una política de imposición del castellano en la educación y en los ámbitos públicos.
Se repartió el poder entre las familias del franquismo (católicos, azules, monárquicoscarlistas y juanistas— y militares —africanistas y de otras tendencias—). Cada una de las familias disponía de medios de comunicación afines.
                                                  Noticiario y documentales (NO-DO)

                                                                Ejemplo de censura franquista

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